martes, 13 de marzo de 2012

El Mundo Actual
“Las economías nacionales se están volviendo cada vez más interdependientes, y los correlativos proceso de producción, intercambio y circulación adquirirán alcance global. Muchas industrias de trabajo tipo intensivo han sido reubicadas en regiones con estructuras de costos de trabajo relativamente bajas. Aunque las nuevas tecnologías destaquen la disponibilidad de fuerza de trabajo altamente cualificada, favorecen los desarrollos recientes de capacidad productiva en países industrialmente avanzados. Esta reestructuración de las actividades económicas se beneficia de dos factores que actúan conjuntamente: el rápido cambio tecnológico y la creciente integración financiera internacional. La consiguiente división internacional del trabajo puede beneficiarse de las variaciones regionales de la infraestructura tecnológica, condiciones de mercado, relaciones industriales y clima político para realizar la producción global integrada y las estrategias de marketing. La corporación transnacional es el agente significativo más conspicuo, pero no el único en este proceso.” (Ianni, O. “Teorías de la globalización” Ed. S. XXI. México, 1998. p. 23)

“En la base de la internacionalización del capital está la formación, el desarrollo y la diversificación de lo que se puede denominar ‘fábrica global’. El mundo se transformó en la práctica en una inmensa y compleja fábrica que se desarrolla en conjunción con lo que se puede denominar shopping center global. Se intensificó y generalizó el proceso de dispersión geográfica de la producción, o de las fueras productivas, comprendiendo el capital, la tecnología, la fuerza de trabajo, la división social del trabajo, la planeación y el mercado. La nueva división internacional del trabajo y de la producción, al abarcar el fordismo, el neofordismo, el toyotismo, la flexibilización y la tercerización, todo esto ampliamente agilizado y generalizado con base en las nuevas técnicas electrónicas, esta nueva división internacional del trabajo concreta la globalización del capitalismo en términos geográficos e históricos.
La fábrica global puede ser simultáneamente realidad y metáfora. Expresa no sólo la reproducción ampliada del capital en el plano global, abarcando la generalización de las fuerzas productivas, sino que también expresa la globalización de las relaciones de producción. Se globalizan las instituciones, los principios jurídico-políticos, los patrones socioculturales y los ideales que constituyen las condiciones y los productos civilizatorios del capitalismo. En este contexto se da la metamorfosis de la ‘industrialización sustitutiva de las importaciones’ a la ‘industrialización orientada a la exportación’, de la misma forma en que se da la desestatización, la desregulación, la privatización, la apertura de mercados y la monitorización de las políticas económicas nacionales por las tecnocracias del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, entre otras organizaciones multilaterales y transnacionales.” (Idem. pp. 32, 33)

“Nike está fabricando sus famosamente caros tenis atléticos en Indonesia, donde sus trabajadoras que laboran largas horas por un magro salario mensual de 38 dólares. Wal-Mart y Sears, los grandes símbolos norteamericanos de la venta por catálogo, hacen sus camisas en Bangladesh con mujeres islámicas culturalmente pasivas que trabajan 60 horas por semana y ganan menos de 30 dólares al mes.” (Collingsworth, Gold y Harvey, “Labor and free trade: Time for a global new deal”) (Idem. p. 126)


“Sin embargo, simultáneamente, una parte de esos mismo medios de comunicación opera en consonancia con centros de poder de alcance mundial, con frecuencia presentan el mundo como un vasto videoclip, un caleidoscopio aparentemente sin nexo, transfigurando y refigurando los acontecimientos como un espectáculo, en el cual todo y cualquier dramatismo queda subjetivado, en el cual las dimensiones épicas de los acontecimientos se disuelven en la pirotecnia del audiovisual, tanto simulado y virtual como desterritorializado y ahistórico.” (idem. p. 76)

“Para el mercado y para los medios lo popular no importa como tradición que perdura. Al contrario, una ley de la obsolescencia incesante nos acostumbró a que lo popular, precisamente por ser el lugar del éxito, sea también el de la fugacidad y el olvido. Si lo que se vende este año sigue siendo valioso el próximo, dejarían de comprarse los nuevos discos y jeans. Lo popular masivo es lo que no permanece, no se acumula como experiencia ni se enriquece con lo adquirido.
La definición comunicacional de popular abandona también el carácter ontológico que le asignó el folclor. Lo popular no consiste en lo que el pueblo es o tiene, sino lo que le resulta accesible, le gusta, merece su adhesión o usa con frecuencia. Con lo cual se produce una distorsión simétricamente opuesta a la folclórica: lo popular le es dado al pueblo desde fuera.” (García Canclini, N. “Culturas híbridas”. Ed. Paidós. Argentina, 2001 p. 341)

“...los ‘excluídos del juego’ (los consumidores defectuosos –los consumidores incompletos, aquellos cuyos medios no están a la altura de los deseos y aquellos que ven negada la oportunidad de ganar mientras jueguen el juego siguiendo las reglas oficiales-) son precisamente la encarnación de los ‘demonios internos’ específicos de la vida del consumidor. Su guetización y criminalización, la severidad de los sufrimientos que se les aplican, la crueldad del destino con el que se los castiga, constituyen, en su conjunto – metafóricamente hablando-, las formas de exorcismo y de quema en efigie de tales demonios internos. Los márgenes criminalizados sirven de cloacas hacia las que se encauzan, de forma reconfortante, los efluvios inevitables, pero excesivos y perniciosos, de la seducción consumista, de modo que la gente que logre permanecer en el juego del consumismo no tenga que preocuparse por el estado de su propia salud.” (Bauman, Z. “La posmodernidad y sus descontentos.” Ed. Akal. Madrid, 2001 p. 57)

“... a las fuerzas del mercado, cada vez más desreguladas, exentas de todo control político efectivo y guiadas únicamente por las presiones de la competitividad. Ya sólo el tamaño de las principales jugadores del mercado global excede hoy en día con creces la capacidad de interferencia de la mayoría, si no de todos, los gobiernos electos de los Estados, esas fuerzas abiertas, al menos en principio, a la persuasión ética. En 1992, la General Motors contaba con un volumen de ventas anual de 132400 millones de dólares, la Exxon de 155700 millones de dólares y la Roya Dutch/Shell de 99600 millones de dólares frente al Producto Interior Bruto de 123500 millones de dólares de Dinamarca, de 112900 millones de dólares de Noruega, de 83800 millones de dólares de Polonia y de 3500 de dólares de Egipto... Las cinco compañías ‘no nacionales’ más grandes contaban con un volumen de ventas cuya suma era exactamente dos veces mayor que la de todo el Africa subsahariana.” (Idem. pp. 73, 74)

“En la carrera del consumo, la línea de llegada siempre se desplaza más rápido que el consumidor más veloz, pero la mayoría de los corredores tienen músculos demasiado flácidos y pulmones demasiados pequeños como para correr rápido.” (Bauman, Z. “Modernidad línquida” Ed. F.C.E. Argentina, 2000. p. 78)

“La ‘elección racional’ de la época de la instantaneidad significa buscar gratificación evitando las consecuencias, y particularmente las responsabilidades que esas consecuencias pueden involucrar. Las huellas durables de las gratificaciones de hoy hipotecan las posibilidades de las gratificaciones de mañana.” (Idem. p. 137)

“A diferencia de la producción, el consumo es una actividad solitaria, endémica e irremediablemente solitaria, incluso en los momentos en los que se consume en compañía de otros.” (idem. p. 175)




“En tanto 40 o 50 años atrás, lo que primaba era la necesidad de la eternidad de las relaciones (hasta que la muerte las separe), hoy día el ideal está puesto en la productividad de las relaciones (productividad sexual, productividad económica, del placer, productividad en felicidad). Una familia es exitosa, no si dura mucho, sino si es productiva y plena en todos los ámbitos. Cuando hablamos de plenitud no nos referimos, por ejemplo, a la cantidad de hijos que pueda tener, sino a su sentido actual; la plenitud es una noción recientemente incorporada, utilizada para reivindicar un derecho de los consumidores, y opera en el siguiente sentido: si se posee un objeto que no es totalmente satisfactorio, no hay que hacer la experiencia de ese objeto, sino sustituirlo por otro. Esa es una de las dimensiones en juego a la hora de pensar la metamorfosis del grupo familiar. A principios de siglo, el grupo familiar se coloca por delante del individuo; hoy día, el individuo-consumidor pasó al primer lugar, así una familia puede ser una reunión de personas que la componen momentáneamente, y es posible de ser juzgada en tanto su contribución al desarrollo de las vidas personales individuales.
Los niveles de competencia entre los integrantes que buscan la realización personal (hombre-mujer-hijos) aparecen exacerbados y son hegemónicos por sobre los vínculos de solidaridad, en tanto las nuevas subjetividades aparecen cargadas de hedonismo y narcisismo.” (Protesoni, A., Etcheverry, G. “Familia, permanencia y cambio” 2003, en Folle, M., Protesoni, A. “Tránsitos de una psicología social”. Ed. Psicolibros/Waslala. Uruguay. pp. 95, 96)

“El modo neoliberal de hacer la globalización consiste en reducir empleos para reducir los costos, compitiendo entre empresas transnacionales que no se sabe desde dónde se dirigen, de manera que los intereses sindicales y nacionales casi no pueden ejercerse. Todo ello lleva a que más del 40% de la población latinoamericana esté privada de trabajos estables y seguridades mínimas, sobreviva en las aventuras también globalizadas del comercio informal, de la electrónica japonesa vendida junto a ropas del sudeste asiático, junto a hierbas esotéricas y artesanías locales, en los alrededores de los semáforos; en esos vastos “suburbios” que son los centros históricos de las grandes ciudades, hay pocas razones para estar contentos mientras lo que llega de todas partes se ofrece y se disemina para que algunos tengan e inmediatamente olviden.” (García Canclini, N. “Consumidores del siglo XXI, ciudadanos del XVIII” www.cholonautas.edu.pe)

“Seguramente sería imposible decir que la sociedad contemporánea es una «sociedad sin valores» (o «sin cultura»). Una sociedad sin valores es simplemente inconcebible. Hay, evidentemente, polos de orientación del hacer social de los individuos y finalidades a las cuales el funcionamiento de la sociedad instituida está sujeto. Hay posteriormente valores en el sentido transhistóricamente neutro y abstracto indicado antes (según un sentido por el cual, en una tribu de cazadores de cabezas, matar es un valor sin el cual la tribu no sería lo que es). Pero esos «valores» de la sociedad instituida contemporánea parecen, y son efectivamente incompatibles con, o contrarios a lo que exigiría la constitución de una sociedad autónoma. Si el hacer de los individuos está orientado esencialmente hacia la maximación antagónica del consumo, del poder, del estatuto y del prestigio (los únicos objetos de investidura socialmente pertinentes en nuestros días); si el funcionamiento social está sujeto a la significación imaginaria de la expansión ilimitada del dominio «racional» (técnica, científica en sí); si esta expansión es a la vez vana, vacía e intrínsecamente contradictoria, como lo es evidentemente, y si los humanos no
están obligados a servirla sino mediante el empleo, el cultivo y el uso socialmente eficaz de móviles esencialmente «egoístas», en una forma de socialización en la que cooperación y comunidad no son consideradas y no existen sino bajo el punto de vista instrumental utilitario; para abreviar si la única razón por la cual no nos matamos los unos a los otros cuando nos
plazca es el miedo a la sanción penal -entonces, no solamente no puede ser cuestión de decir que una nueva sociedad podría «realizar mejor» valores ya establecidos, incontestables, aceptados por todos, sino que es necesario ver claramente que su instauración presupondría la destrucción radical de los «valores» contemporáneos, y una nueva creación cultural concomitante a una transformación inmensa de las estructuras psíquicas y mentales de los individuos socializados.”
(Castoriadis, C. “Transformación social y creación cultural”)

“La soberanía de los Estados-naciones, aunque aún es efectiva, ha declinado progresivamente. Los factores primarios de la producción y el intercambio -dinero, tecnología, gente y bienes- se mueven con creciente facilidad a través de los límites nacionales; por lo que el Estado-nación posee cada vez menos poder para regular estos flujos e imponer su autoridad sobre la economía. Incluso los Estado-nación más poderosas ya no pueden ser consideradas como autoridades supremas y soberanas, tanto fuera como dentro de sus propias fronteras. La declinación de la soberanía de los estados-naciones, sin embargo, no significa que la soberanía como tal haya
declinado. De un extremo a otro de las transformaciones contemporáneas, los controles políticos, las funciones del Estado y los mecanismos regulatorios han continuado dirigiendo el reino de la producción económica y social y del intercambio.
Nuestra hipótesis básica es que la soberanía ha tomado una nueva forma, compuesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales unidos bajo una única lógica de mando. Esta nueva forma global de soberanía es lo que llamamos Imperio.” (Hardt, M., Negri, A. “Imperio”. Ed. Harvard University Press. Cambridge, Massachussets, 2000)

“Si hay algo que demostró la agresión descargada sobre Irak fue el carácter meramente ilusorio de estas concepciones tan caras a los autores de Imperio, a las cuales Bush desmintió con los
rudos modales del cowboy tejano. Una de las primeras lecturas que podemos hacer de los acontecimientos de Irak es que –seguramente haciendo oídos sordos de la conceptualización de Hardt y Negri- la superpotencia solitaria se ha asumido plenamente como imperialista, y no sólo no intenta ocultar esta condición, como ocurría en el pasado, sino que hasta hace gala de ella. Intervino militarmente en Irak, como seguramente lo hará en otras partes, obedeciendo a la más grosera y mezquina defensa de los intereses del conglomerado de gigantescos oligopolios que configuran la clase dominante norteamericana, intereses que gracias a la alquimia de la hegemonía burguesa se convierten, milagrosamente, en los intereses nacionales de los Estados Unidos. Los hombres de la industria petrolera que hoy transitan por los salones de la Casa Blanca se abalanzaron, bajo absurdos pretextos, sobre un país para apoderarse de las enormes riquezas que guarda en su subsuelo. Dicho de manera lisa y llana, la ocupación militar de Irak es pura conquista territorial a cargo del actor central de la estructura imperialista de nuestros días. No hay allí nada “desterritorializado” o inmaterial. Es la vieja práctica reiterada por enésima vez.” (Borón, A. “Imperio e imperialismo” Ed. FLACSO. Bs. As. 2004 p. 13)

“En esta fase, conocida como globalización, el capital impulsa proyectos de reordenamiento mundial basados en los preceptos de la economía neoclásica y de la ideología neoliberal, tiene entre sus características la primacía y movilidad irrestricta del capital financiero, la transnacionalización de las economías, en donde un grupo reducido de empresas definen la producción y el comercio mundial. El acelerado y desigual desarrollo científico-técnico posibilita la transformación y deslocalización de proceso productivos, impone nuevos modos de uso y exclusión de la fuerza de trabajo y la hiperconcentración de recursos planetarios (naturales, económicos, financieros, políticomilitares, de conocimiento e información), con la exclusión masiva de poblaciones de los satisfactores esenciales para la vida (López y Blanco, 2007).
La reorganización mundial, consolida un bloque de superpotencias, que erosiona los estados-nación e impone a la mayoría de los países un papel subordinado en lo económico, lo político y lo social, cuya esencia es la globalsubordinación a un orden planetario basado en las fuerzas del mercado. Se fortalecen los espacios supranacionales de decisiones económicas y políticas, se redefine la soberanía de los países y se imponen megaproyectos sociales que cuestionan la funcionalidad de los regímenes de bienestar, limitan el ejercicio de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, reducen lo público, se apropian privadamente de lo público-rentable y transforman los satisfactores esenciales para la vida, en mercancías. (López y Blanco, 2007).” (López Arellano, O. Escudero, J., L Carmonac, “Los determinantes sociales de la salud. Una perspectiva desde el Taller Latinoamericano de Determinantes Sociales de la Salud, ALAMES” en www.medicinasocial.info, 2008)