viernes, 3 de junio de 2016









"Montevideo programó festejos a los grande para saludar el nuevo siglo que llegaba. Pero pudo cumplirlos sólo en parte. El siglo XIX se despidió con un 31 de diciembre de 1900 encapotado y desapacible; y el 1º de enero de 1901 llovió a cántaros. De ese modo, las fiestas al aire libre quedaron arruinadas, con el consabido desencanto de todos. Las suspensiones más lamentadas fueron las de unas espectaculares exhibiciones que había programado la Marina, y la de una grandiosa batalla floral que iba a tener lugar en pleno Centro. No obstante, se cuenta que en los ratos en que el agua y el viento amainaban, la gente se volcaba en los lugares céntricos y colmaba confiterías y cafés, avenidas y paseos. Se vivía un contagioso clima de fiesta, bajo el efecto de saber que se estaba trasponiendo el umbral augusto e incierto que divide a un siglo de otro. No era de extrañar que, eufóricos bajo aquellas sensaciones, los más de los paseantes llevaran flores y banderitas, y que todos se saludaran y felicitaran aun sin conocerse.
(...) A pesar de la lluvia que estropeó los actos, la ciudad amaneció engalanada. Banderas y flores, estandartes y guirnaldas, adornaban - o creían hacerlo, cuando menos- los frentes de las casas y las vidrieras de los comercios.
(...) Lo que no hubo necesidad de suspender fueron los bailes programados en numerosos locales sociales. Allá se lanzaron los montevideanos, como renovados por el cambio de época, a acometer polkas, lanceros, mazurcas y valses, y a lo mejor algún tango pasado de contrabando. Hubo bailes en todas las escalas sociales y para todos los gustos. Desde los de más alto rango en el Club Uruguay, con sus copetudos despliegues acostumbrado, hasta los más democráticas 'bailes para familias' en el Centro Gallego, en la Sociedad Francesa, y en varias entidades más.
(...) A pesar de estas adversidades climáticas, Montevideo recibió con su mejor talante a la centuria que se estrenaba, sin sospechar que ésta se encargaría muy pronto de enfriar entusiasmos y esperanzas, al traerse bajo el poncho complicaciones caseras (1904) y mundiales (1914); y de ahí en adelante."
(Schinca, Milton - "Boulevard Sarandi. Tomo 4". Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1992. pp. 22, 23 y 24)

Uruguay del 900

Demografía

"De acuerdo al Censo (de 1908) el total de la población activa de uruguay era 400172 (39%). La población activa dedicada a Industria y Comercio en todo el país eran 226050 de los cuales 83502 eran analfabetos.
(...) En Montevideo la población activa era de 145570 personas."
(Millot y Bertino - "Historia económica del uruguay. tomo II" F.C.E. Montevideo, 1996. p. 249)
“La tasa de natalidad que había sido cercana al 50 por mil habitantes en las primeras décadas del período estudiado, desciende al 40 por mil en la década de los ochenta y continúa descendiendo situándose en 1907 según el censo de 1908 en 32,39 por mil. La fertilidad disminuye; la edad promedio nupcial de la mujer se eleva a 25 años. El proceso se da más rápidamente en Montevideo.
Paralelamente disminuye la mortalidad, que pasó de 20 por mil habitantes para la década de los ochenta a 13 por mil en el decenio 1906-15. La causa principal fue la disminución de la mortalidad infantil debida a los avances de la medicina (fundamentalmente el control mediante vacunas y sueros de la viruela y la difteria). En este proceso Montevideo se adelantó al Interior.
El corolario fue el envejecimiento de la población, por supuesto que en una dimensión no comparable con la de épocas posteriores, pero significativa comparada con la Argentina y el resto de América Latina. Uruguay fue el país que, como se vió, inició más tempranamente dicho proceso, que coincide con el de Europa Meridional..”
(Millot y Bertino, ob. cit. p. 31)


el disciplinamiento
"El investigador de la historia de la sensibilidad advierte que hacia 1900 está en presencia de sentimientos, conductas y valores diferentes a los que habían modelado la vida de los hombres en el uruguay hasta por lo menos 1860. Una nueva sensibilidad aparece definitivamente ya instalada en las primeras décadas del siglo XX aunque perviven -tal vez hasta hoy- rasgos de la anterior 'barbarie'.
Esa sensibilidad del Novecientos que hemos llamado 'civilizada', disciplinó a la sociedad: impuso la gravedad y el 'empaque' al cuerpo, el puritanismo a la sexualidad, el trabajo al 'excesivo' ocio antiguo, ocultó la muerte alejándola y embelleciéndola, se horrorizó ante el castigo de niños, delincuentes y clases trabajadores y prefirió reprimir sus almas, a menudo inconsciente del nuevo método de dominación elegido, y, por fin, descubri´`o la intimidad transformando a 'la vida privada', sobre todo de la familia burguesa, en un castillo inexpugnable tanto ante los asaltos de la curiosidad ajena como ante las tendencias 'bárbaras' del propio yo a exteriorizar sus sentimientos y hacerlos compartir por los demás. En realidad, eligió, para decirlo en menos palabras, la época de la verguenza, la culpa y la disciplina.
(...)
Un modo de producción nuevo -como el que estaba gestándose en el uruguay de 1860 a 1890- implicaba cambios en la sensibilidad, modificaciones del sentir para que a la vez ocurrieran transformaciones sustanciales en la conducta. Y así, sensibilidad y cambio económico entrelazados, no son ni causa ni efecto el uno del otro, sino factores que tanto se abren camino juntos como se limitan y se obstruyen el paso. Lo que cuenta en estos lazos entre sensibilidad y modo de producción es, entonces y antes que nada, advertir su correlación, notar que cierto esfuerzo de ascetismo de toda la sociedad fue contemporáneo de su 'modernización' y que ambos fenómenos se alimentaron mutuamente y se necesitaron."
(Barrán - "El disciplinamiento" Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1991. p. 11 y 22)


La división de la riqueza
"En síntesis, no parece aventurado concluir que al país se lo repartían casi en partes iguales entre los medianos y los grandes propietarios. El minifundio, que ocupó una superficie deleznable, agrupó en cambio a más del 50% de los que se denominaban 'propietariios rurales'. El desequilibrio era notorio. Pero también saltaba a la vista un rasgo insospechado: la relativa importancia de la clase media rural: cerca de 20 mil propietarios poseían el 50% de la campaña. El peso de los latifundistas, sin embargo, seguía siendo inmenso: 1400 personas controlaban la otra mitad del Uruguay. "
(Barrán y Nahum - " Historia rural ..." Tomo VI, p. 276)

“Se comprende mejor aquella sociedad del 900, si se la coteja con ésta en la que vivimos cien años más tarde, a la que conocemos, supuestamente, mucho más. Por debajo de las diferencias que son desde luego muchas, hay un fondo común en el que se recuesta el conjunto desde hace más de un siglo. No era, ni sería una sociedad excesivamente jerarquizada, de porte oligárquico. Proyectaba más bien una matriz igualitaria, ciudadana, polémica y por extensión partidista, pero raramente excluyente cuando argumentaba a favor de su legitimidad. Pero era también más joven, más extranjera que la de hoy; muy urbana, aunque bastante menos en el 900 que en el 2000.
(...) El Censo de 1908 demostraría que la población uruguaya había logrado multiplicarse por trece en el siglo XIX; el censo de 1996 permite apreciar que en el siglo XX apenas alcanzó a triplicarse... En el 900, los jóvenes eran uruguayos y sus padres y abuelos mayoritariamente extranjeros. La proporción actual de extranjeros en el país es de 3%; la mitad de ellos de América y fundamentalmente de la Argentina. En 1908 la proporción de extranjeros llegaba al 18%. (...)
El Uruguay ya era en el 900 un país ‘vacío’, pero no estancado; (...)
Midiendo ingreso, gasto, propiedad y valores, apenas puede afirmarse con sobrado fundamento que aquella era una sociedad plural –esto es, con más de dos sectores o clases-, desigual y, en términos comparativos, débilmente tensionada. Era una sociedad ‘burguesa’, en el sentido que estaba por los deseos del ascenso y el temor al descenso. Era burguesa en tanto sus caminos interiores estaban relativamente abiertos, para ser transitados desde la industria, el comercio minorista, la agricultura, el empleo público y la educación.”
(Rilla en “El 900” tomo 1, Ed. Cal y canto. Montevideo, 1999. pp. 19, 20)

la creación intelectual
“Al finalizar el siglo XIX, nuestra vida intelectual y artística sufrió una extraordinaria conmoción. Aparecen valores superiores en todos los géneros: filosofía, ensayo, novela, poesía, teatro, narración breve. Los nombre de Carlos Vaz Ferreira, José Enrique Rodó, Carlos Reyles, Julio Herrera y Reissig, Florencio Sánchez representan figuras definitivamente consagradas.
No obstante, la creación intelectual y artística de este período no se hizo bajo el signo de la esperanza. El decadentismo europeo había contagiado al alma de América; y como ocurrió con todas las repercusiones ideológicas, también ésta llegó con retraso.
(Pivel Devoto – “Historia de la república oriental del uruguay”. Ed. Medina, p. 421)

la educación
“El Novecientos no sólo retomó y amplió el impulso dado por la reforma vareliana a la Enseñanza Primaria, sino que alentó la formidable expansión de la Enseñanza Secundaria que vió crecer su alumnado de un efectivo promedio de 300 en 1887 y 1902 a 3330 en 1916”
(Barrán y Nahum, “El Uruguay del Novecientos” Ed. Banda Oriental)


“También en el ámbito de la enseñanza universitaria, el Novecientos protagonizó un avance significativo del alumnado (...) de 1903 a 1915, en 13 años, el estudiantado universitario se triplicó, pasando de 4 cada 10000 habitantes durante todo el período 1882-1902, a 9 por 10000 habitantes”.
(Barrán y Nahum, “El Uruguay del Novecientos” Ed. Banda Oriental)

Economia

“Alrededor de 1895 se inicia un período de expansión de la economía mundial que se extiende hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. Significó una mayor demanda y el alza de los precios de la mayoría de los productos exportables. A partir de 1986 también las condiciones de crédito –por lo menos para los grandes estancieros- mejoraron con la fundación del Banco de la República.
En este marco se produjo un crecimiento en la producción; los volúmenes crecieron no sólo por el aumento de los stocks sino también por aumentos de la productividad en carne y lana por cabeza de ganado, debido al avance del mestizaje. Una etapa importante de este proceso comienza con la creación del primer frigorífico (1905). Luego de un período de auge lanero, el mestizaje vacuno acicateado por la demanda y al amparo de la paz interna (1904), se acelera.
El mestizaje y la instalación de los frigoríficos constituyó el hecho fundamental en la ganadería de este período. La paz y la mayor rentabilidad derivada de los altos precios inducen al desatesoramiento y permite incrementar las inversiones.”
(Millot y Bertino, ob. cit. p. 81)


“El continuado dinamismo de la economía capitalista de Europa occidental generó estructuras dominantes en las que se concentró el grueso de las actividades industriales, y zonas dependientes especializadas en la producción de productos primarios. Dentro de ese esquema de división internacional del trabajo, el Uruguay se organizó económicamente y expandió sostenidamente su producción entre 1870 y la década del veinte. Fueron especialmente relevantes en este proceso, el desarrollo de la navegación transatlántica y de los métodos de refrigeración de la carne y el aumento de los niveles de consumo de la población europea.
Las condiciones naturales (suelo, clima), la reducida población y las bajas exigencias en materia de capital y de nivel tecnológico –ambos factores escasos en el Uruguay- determinaron que el sector ganadero extensivo pudiera producir en condiciones de competencia con el exterior.”
(“El proceso económico del Uruguay” Universidad de la República. F.C.E. 1969. pp. 27 y 28)


“El desempeño de la economía uruguaya en la primera mitad del siglo XX, cuantificado en función de la riqueza creada muestra tres momentos de importante crecimiento. (...) las fases de expansión se ubican en la primera década del siglo (hasta 1912), los años veinte (hasta 1930) y la segunda posguerra (hasta 1957). En ellas, se logró acompañar el crecimiento de los países capitalistas avanzados, impidiendo con ello la ampliación de la brecha en los niveles de riqueza y, en particulares circunstancias, hasta reducirla transitoriamente. Los desempeños exitosos señalados permitieron un mejoramiento de nivel de vida en general como resultado del incremento de la cantidad de bienes a disposición de la población. Así lo evidencia el crecimiento del PBI por habitante.
(...) En las últimas décadas del siglo XIX los cambios en la estructura económica y los arreglos institucionales, concretados en el marco de la modernización del Estado, hicieron posible la inserción de la economía uruguaya en el mercado mundial capitalista. El patrón de comercio internacional predominante entonces y durante las primeras décadas del siglo XX, ofreció la oportunidad de participar activamente como proveedor de bienes primarios, especialmente cueros, lana y carne.
Por lo tanto, al comenzar el siglo XX, Uruguay había encontrado la manera de incorporarse en forma relativamente exitosa al comercio mundial y su economía crecía inducida por la dinámica exportadora. Este modelo agroexportador concretó un proceso de crecimiento relativamente sostenido del PBI del orden del 3,3% anual entre 1909 y 1912.
La crisis de 19113 y la Primera Guerra Mundial abrieron un paréntesis de una década en esa fase de crecimiento.”
(“El Uruguay del siglo XX” Instituto de Economia. Ed. Banda Oriental. Montevideo, 2001. pp. 10 y 11)

Menéndez-Carrión, A. (2015) Memorias de ciudadanía. Los avatares de una polis golpeada. La experiencia uruguaya I. Montevideo: Ed. Fin de Siglo.

"Al cambio de siglo, el 88% de los albañiles, 85% de los herreros y 87% de los zapateros eran extranjeros. Estos trabajadores manuales, independientemente de su nacionalidad, vivían en condiciones de hacinamiento crítico en los 439 conventillos registrados hacia 1899 en tan solo una sola calle de Montevideo, donde 6436 habitacionesa lojaban 14650 residentes, cifra que se duplicaría para inicios del siglo XX (Schinca, 2003: 350). Esta indicación suelta ilustra de manera dramática las condiciones de vida de los trabajadores manuales en la ciudad al cambio de siglo." (282, 283)

"Que el Estado adquiera protagonismo en Uruguay para mediados de la década de 1870, es decir, menos de cinco décadas después de su ingreso a la formalidad republicana, constituye una pieza sobresaliente del montaje escénico. De allí en adelante el Estado se constituirá en 'el interlocutor permanente de la ciudadanía, desempeñando un amplio repertorio de funciones materiales simbólicas que dan cuenta del lugar que se se confiere hasta el día de hoy' (Entrevista N.º 5). En líneas similares, otra voz prominente de las ciencias sociales uruguayas anota:

En este país la gente va a conferirle un enorme peso al Estado en el proceso de asignación y distribución de recursos, y también en legitimar los esfuerzos de la sociedad, a tal punto que muy tempranamente -y para el siglo XX, sin lugar a dudas- será muy difícil legitimar cualquier iniciativa si no está, de alguna manera, acreditada por el Estado (Entrevista N.º 6)." (286)


"Hacia el 900, intelectuales, profesionales y trabajadores ya cuenta con lugares de fácil acceso para que los que viven cerca o los que pasan por ahí puedan quedarse un rato a conversar. Me refiero a los bares, cafés y confiterías, con sus amplios ventanales, puertas abiertas sobre la calzada y precios para todo bolsillo para 'tomar algo' (un café o 'un trago'), y comer un 'refuerzo' o algo más contundente, al paso o sin prisa. Tampoco estarán ausentes los 'almacenes de la esquina' donde rara vez falta una barra y algunas sillas para congregarse." (288)


"Hacia 1900 los trabajadores ferroviarios trabajan típicamente 18 horas diarias, mientras que las jornadas laborales de los panaderos comienzan a las cuatro de la tarde para concluir al día siguiente, a media-mañana." (290)


"El involucramiento de las mujeres en roles cívicos también se constata tempranamente (ibíd.). Si bien singularizar figuaras específicas carece en sí mismo de mayor alcance, especialmente si se trata de casos pioneros, lo 'excepcional' puede, como en este caso, remitir al contexto habilitante. La Dra. Paulina Luisi figura en los anales de la historia como la primera mujer en recibir un título universitario en el Uruguay (1908), y como la primera mujer médico del país. Claro que también se trataba de una militante feminista, que fundó el Consejo Nacional de Mujeres del Uruguay (1916) para avanzar la causa. Y, además, de una mujer que figura entre los miembros fundadores del Partido Socialista.

Fue principalmente a través de las gestiones de Paulina Luisi que a inicios de los años 20 Uruguay se involucró activamente en la Organización de la Salud de la Liga de las Naciones. En un tiempo que la presencia de las mujeres en redes internacionales de profesionales era ciertamente inusual, la Dra. Luisi fue la única delegada mujer de América Latina a la primera Asamblea de la Liga de las Naciones, participando activamente en la negociación de varios tratados y en conferencias sobre relaciones laborales, desarme, etcétera (ibid.)" (303, 304)