martes, 1 de junio de 2010

Movimiento obrero. Primeras décadas.

“Aquellos que de una manera u otra integraban las vastas huestes proletarias que en Europa decidían partir en busca de mejores horizontes eran hombres que tenían experiencia de organización y de lucha así como una formación ideológica con una clara definición anticapitalista. Esa experiencia la volcaron en la organización de los trabajadores de nuestro medio y procuraron difundir la ideología que inspiraba su acción.
A diferencia de la evolución del movimiento obrero europeo, en el que el surgimiento de ideologías proletarias fue la resultante de una larga praxis, en el proceso nacional las ideologías de clase precedieron a la organización de los trabajadores y fueron el factor principal que la originaron.
Se explica así la temprana difusión de las doctrinas anarquistas y socialistas en el seno de la clase obrera y que ésta adopte formas de organización, métodos de lucha y orientaciones doctrinarias que, como señalamos, para la clase obrera europea fueron el resultado de un largo período de luchas.
En otros términos, fue la inserción en las contradicciones de clase nacionales, de ideologías de las que fueron portadores los inmigrantes, que expresaban niveles de conciencia conformados en otras formaciones sociales más desarrolladas, lo que le imprimió a los sindicatos una radical acción contra el sistema. Ello se manifestó en forma nítida, en las ‘sociedades de resistencia’ y en lo que se denominó ‘bandolerismo social’, en general ambos manifestaciones de los anarquistas, las que fueron predominantes (...)
Se dio una instancia decisiva en la gravitación de los inmigrantes con la aprobación de la Ley de Residencia en la Argentina, en 1902, cuya aplicación dio lugar a la expulsión de numerosos y destacados militantes anarquistas de aquel país, que encontraron amparo en el Uruguay (...)”
(D’Elía, Germán y Miraldi, Armando – “Historia del movimiento obrero en el Uruguay”. Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1984. pp. 41, 42)



“La profunda gravitación de los partidos tradicionales, el sistema electoral que aseguraba el monopolio de la representación parlamentaria a los dos partidos y el hecho de muchos de los socialistas fueran inmigrantes que carecían de derechos políticos, hacía dificultoso el desarrollo del nuevo movimiento (obrero).
A ello se agregó la persecución dura y tenaz de Guillermo West (Jefe político de Montevideo en el período de Williman), que cometió toda clase de desmanes contra los trabajadores. Frugoni sufrirá un mes de prisión en 1908 como consecuencia de su militancia.”
(Idem. p. 59)


“En agosto de 1905 tuvo lugar el Congreso Constituyente de la Federación Obrera Regional (F.O.R.U.), que reflejó a un mismo tiempo la expansión del movimiento sindical y una etapa superior de la conciencia de clase de la masa obrera. (...)
Simultáneamente se realizaba en Buenos Aires el V Congreso de la F.O.R.A. que estuvo presidido por Carlos Balsán, quien con posterioridad -...- tuvo una larga actuación en nuestro país. Dos delegados de la F.O.R.A. vinieron a Montevideo para participar en el Congreso Fundacional de la F.O.R.U. En ambas márgenes del Plata el anarquismo emergía como la corriente dominante del movimiento sindical.
Frente a la nueva organización se manifestó la posición discrepante de los socialistas. En una frustrada tentativa por disputarle a los anarquistas la conducción del movimiento sindical, fundaron la Unión General de Trabajadores. El escaso número de sindicatos adheridos le quitó importancia y careció de gravitación efectiva.”
(Idem. pp. 75, 76)



“Desde el 29 de abril al 30 de mayo de 1911, se reunió el 3er. Congreso de la F.O.R.U. es un esfuerzo por reorganizar el movimiento obrero extremadamente disminuido en cuanto a militantes y capacidad de acción, 7000 trabajadores estuvieron representados en el Congreso cuando se calculaba, según informes suministrados por el Consejo Federal, que la suma de obreros y empleados en el país alcanzaba a 80000. (...)
Paralelamente se inició el proceso de organización de los trabajadores tranviarios, ante lo cual las empresas que eran dos y ambas extranjeras (la ‘United electric Tranways of Montevideo Limited’ –inglesa- y la ‘Compañía Alemana Transatlántica’), adoptaron la drástica medida de declarar cesantes a los nueve obreros que habían asumido la dirección del gremio. La respuesta de los trabajadores fue la declaración de la huelga el 11 de mayo de 1911 exigiendo el reintegro de los despedidos, la reducción de la jornada laboral, la revisión del reglamento de trabajo, aumento de salarios y el reconocimiento del derecho de agremiaciòn de todo el personal.
La huelga involucró a la casi totalidad de los obreros, pero la intransigencia patronal fue categórica.
El gobierno reconoció el derecho de huelga, al tiempo que afirmó su decisión de proteger la libertad de trabajo amparando a quienes desearan hacerlo. (...)
El conflicto adquirió otra dimensión, pues los obreros pidieron el apoyo de la Federación Obrera. 35 sindicatos en ella representados votaron por unanimidad la huelga general por tiempo indeterminado ‘contra la falsificación de los términos del acuerdo por los gerentes’.(...)
El 23 de mayo ondeaban sobre Montevideo las banderas rojas, símbolos de la huelga general. La ciudad quedó virtualmente paralizada. Hubo algunas pedreas y algunos obreros detenidos por esos hechos, pero puede afirmarse que no hubo desmanes a pesar de las descabelladas noticias que los corresponsales de diarios argentinos, enviaban a Buenos Aires.”
(Idem. pp. 99, 100, 101)
La jornada de 8 horas

“Del debate y de los antecedentes consignados surge:
1) Que la reivindicación de la jornada de ocho horas fue iniciada y desarrollada por el movimiento obrero, tanto a nivel sindical como político.
2) Que la lucha del movimiento sindical fue imponiendo , en acuerdos con los sectores empresariales, la vigencia de esa jornada para importantes sectores laborales.
3) Que a nivel legislativo, el primero proyecto fue el planteado por Batlle en su iniciativa del 21.12.1906, que acordaba el beneficio a determinados sectores de trabajadores; que dicha iniciativa, planteada al final de su período presidencial, careció de respaldo parlamentario, por lo que no fue considerada por el plenario de la Cámara de Representantes, donde estaba radicada.
4) Que la elección de Batlle para un nuevo período presidencial y de Frugoni como representante del Partido Socialista en la Cámara de Representantes, constituyeron un factor decisivo para la consideración de la iniciativa por dicha Cámara y su final aprobación.
5) Que el nuevo mensaje de Batlle y el proyecto de Frugoni, concretaron la esencial aspiración de la clase obrera sobre la inmediata aplicación de la jornada de ocho horas para todas las categorías de trabajadores de la industria y el comercio.
6) Que como la evidencia la Historia son las masas los protagonistas de los procesos y cada etapa refleja el grado de conciencia que han alcanzado. En el Uruguay de comienzos del siglo, por encima de sectores radicales, Batlle encarnó las limitadas aspiraciones de cambio de esas masas. Ello explica su inmenso prestigio y también los límites de su obra.”
(Idem. p. 116)



“Paralelamente a los sucesos que se producían en Rusia, tenía lugar en el país una huelga de pescadores que llega a abarcar entre 1000 y 1200 trabajadores, pues a los del puerto –iniciadores de la huelga- se le suman los de Punta Carretas, Pocitos, Buceo y Cerro.
El motivo de la huelga es un decreto del Poder Ejecutivo que reglamenta la pesca señalando un límite de cinco kilómetros a partir de la costa, para la pesca con redes de arrastres.
La huelga finaliza el 11 de diciembre con un fracaso total.
En febrero de 1918, en medio de intensas dificultades socio-económicas se constituyó la Federación Obrera Marítima, organización que cobró un rápido desarrollo fundamentando su acción en una metodología y una concepción de la lucha en franca oposición a la que imperaba en el movimiento sindical conducido por los anarquistas. En tal sentido, su importancia puede y debe medirse no sólo en cuanto a lo que significó para los trabajadores involucrados en su formación, sino para el conjunto de la clase obrera.”
(Idem. p. 136)


“La crisis que afectó a los centros del capitalismo a comienzos de la década (del 20) incidió agudamente sobre la economía nacional. En función de las relaciones de dependencia, fue a través del comercio internacional que la misma penetró en nuestra realidad interna, afectando las diversas estructuras. (...)
Siendo una economía que esencialmente se desenvolvía sobre la base de los intercambios externos, la crisis del sector exportador afectó el conjunto de los factores económicos.
El incremento de la desocupación y el alza del precio de las subsistencias cobró un ritmo acelerado, con las consiguientes consecuencias negativas para la clase sobrera y los sectores populares, los que debieron enfrentar una dramática coyuntura.
El análisis de las estadísticas oficiales permite sostener que los primeros años de la década fueron extremadamente duros para los trabajadores.(...)
La aguda recesión económica movilizó a las clases dirigentes acentuando su tradicional actitud regresiva, en un sostenido esfuerzo para enfrentar las reivindicaciones obreras, detener el avance de la legislación social y aún para lograr la derogación de las conquistas alcanzadas.”
(Idem. pp. 152, 153)



“... el impacto de la revolución en Rusia fue intenso en el seno de la clase obrera y originó respuestas dispares en cuanto a la conducción de la misma. La creación de la Internacional Sindical Roja acentuó las discrepancias y los enfrentamientos. La polémica fue intensa, perfilándose diversas tendencias. Los anarquistas, rechazando la filosofía y metodología de la revolución, así como la orientación definida por la Internacional Sindical Roja; los anarcosindicalistas en una oscilante actitud de solidaridad con la revolución, pero discrepantes con el proceso en cuanto sostenían la dictadura del proletariado ejercida por los sindicatos y repudiaban igualmente la acción de la citada Internacional; los socialistas, en proceso de reorganización y con muy limitada gravitación, en un apoyo crítico del proceso soviético y en el plano sindical orientados hacia las concepciones de la Internacional de Ámsterdam; los comunistas, que manifestaban una total identificación con la U.R.S.S. y con la Internacional primeramente citada.
Ello significo que la F.O.R.U. se viera afectada por duros enfrentamientos internos que culminaron en la formación de dos Consejos Directivos.
Frente a las divisiones existentes, sindicatos separados de la F.O.R.U. y autónomos, promovieron un congreso de unidad que no tuvo eco favorable. Recién en setiembre de 1923, a iniciativa de la Federación Obrera Marítima y con la asistencia de numerosos sindicatos, se reunió el Congreso que acordó la creación de una nueva central, la Unión Sindical Uruguaya (U.S.U.)
La nueva central apareció como rival de la F.O.R.U. y con las perspectivas de un nucleamiento mayoritario de los trabajadores. “
(Idem. pp. 160, 161)



“Las corrientes reaccionarias en el plano político y social comenzaron a manifestarse con mayor intensidad. La elección del Dr. Juan Campisteguy para ocupar la Presidencia de la República, fortificó esa orientación. Inmediatamente después de asumir el cargo acentuó las medidas represivas contra el movimiento sindical. El 6 de abril de 1927, sin fundamento alguno que lo justificara, la policía allanó y clausuró numerosos locales obreros y los dirigentes sindicales, fueron detenidos y sometidos a la justicia. Como respuesta la F.O.R.U. decretó un paro general de veinticuatro horas para el 8 de mayo. La desunión y rivalidades existentes en el movimiento obrero le quitaron trascendencia al paro, en beneficio de la política reaccionaria del gobierno.
A pesar de esa coyuntura negativa, las organizaciones sindicales y políticas de la clase obrera encabezaron una intensa agitación en torno a uno de los crímenes sociales más aberrantes, como lo fue el ajusticiamiento en EE.UU. de dos militantes anarquistas: Sacco y Vanzetti.”
(Idem. p. 168)