domingo, 17 de octubre de 2010

La economía en el período neobatllista

“... la guerra y los primeros años subsiguientes mostraron un cierto aflojamiento de los lazos de dependencia. No porque hubiera modificado la situación de subordinación frente a Estados Unidos, sino porque la valorización de los productos de la región por la demanda bélica, así como la disminución en el mercado mundial de artículos industriales provenientes de las naciones en guerra, permitieron a los latinoamericanos la obtención de saldos comerciales favorables y la acumulación de oro y divisas.
Esta ‘bonanza económica’ posibilitó llevar adelante una política de industrialización, orientada a la sustitución de bienes de consumo importados. La ampliación del empleo y cierto incremento de los salarios contribuyeron a ensanchar el mercado interno, consumidor de los artículos de fabricación nacional. De allí que se establecieran políticas niveladoras, donde los enfrentamientos sociales se mitigaban a través de la acción estatal, que arbitraba los ingresos derivados de la fase de prosperidad.
(...)
Sin embargo, este crecimiento industrial dependía en última instancia del auge del sector exportador (materias primas y productos alimenticios), principal proveedor de las divisas que la industria necesitaba para comprar máquinas, combustible y otras materias primas. Pero el agro no se había modificado en su estructura: subsistía el latifundio, no se incorporaba tecnología, no crecía la productividad.
Cuando se terminaron los buenos precios externos para el agro, con el fin de las guerras internacionales de este período, resurgió con fuerza la incapacidad de la estructura económica latinoamericana y especialmente de la uruguaya, para crecer armónicamente.
En nuestro país, la crisis, siempre larvada, salió a plena luz.
(Nahum, Cocchi, Frega, Trochón – Crisis política y recuperación económica. Ed. Banda Oriental. Uruguay, 1987. pp. 123-124)

“La expansión del sector industrial vinculado al mercado interno permitió –a través de la estrategia de sustitución de importaciones impulsada luego de la crisis económica mundial de 1929- la fabricación de productos que anteriormente eran adquiridos en el exterior. (...) durante el período tersita la producción industrial presentó un crecimiento significativo, que se vió reafirmado por las nuevas restricciones que el estallido de la Segunda Guerra Mundial impuso a la adquisición de productos de aquel sector en el exterior.
Pero si bien en este aspecto la guerra significó un nuevo impulso en el proceso ya iniciado, también implicó –como contrapartida- el surgimiento de mayores dificultades en la adquisición de elementos esenciales para la expansión de las industrias de carácter dinámico. Las dificultades de abastecimiento de combustibles, maquinarias y determinadas materias primas (hierro, acero, etc.) de las que el país carecía, trabaron hasta el fin del conflicto, las posibilidades de crecimiento acelerado en dicho sector de la producción. Las industrias del tipo tradicional, que utilizaban materias primas del país, no se vieron tan afectadas y tuvieron un efecto multiplicador sobre la demanda de productos nacionales. Prueba de este efecto benéfico lo constituyó la expansión del área agrícola, ...
La finalización de la guerra reestableció el normal abastecimiento de aquellos elementos básicos. Fue entonces, en los años de la segunda posguerra, entre 1945 y 1955, cuando se operó el período de crecimiento acelerado de la producción industrial uruguaya. Esta se incrementó a razón de 8,5% anual ...
Debe tenerse en cuenta que la posible competencia de los países industrializados se hallaba momentáneamente paralizada por el reacondicionamiento que debían realizar en sus economías, adaptándolas a las nuevas condiciones de pacificación imperantes en el mundo.
Otro factor que contribuyó a la afirmación del proceso expansivo de la producción industrial uruguaya, fue la acumulación de divisas realizada durante el conflicto.”
(Nahum, Cocchi, Frega, Trochón – Crisis política y recuperación económica. Ed. Banda Oriental. Uruguay, 1987. pp. 129. 130)

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