El fútbol uruguayo: una épica popular desmedida
En el caso uruguayo, tenemos un ejemplo de hipertrofiada valoración del triunfo deportivo y futbolístico por razones comprensibles. En primer lugar, los triunfos deportivos y los futbolísticos en particular fueron motivo de legítimo y justificado orgullo nacional. Una pequeña población, no de las más desarrolladas tampoco, dominando importantes deportes mundiales por mucho tiempo. Era remarcable, realmente. Y era un moco de hacerse conocer internacionalmente por medio de una identidad triunfante y triunfadora, en medio de un proceso incipiente pero sólido de consolidación del prestigio del deporte como indicador de salud y bienestar sociales. Pues bien, la decadencia socioeconómica uruguaya fue dejando cada vez más librada la esperanza de los uruguayos de sobresalir internacionalmente al fútbol, con lo cual ese emblema nacional adquirió carácter de obsesión enfermiza, justificadora de cualquier inescrupulosidad con el fin de triunfar, hasta inclusive llegar a valorar el triunfo inmerecido en lo técnico como más festejable que el obtenido por superioridad técnica. Fue la entronización de la ética lumpen del tango en el campo sociodeprtivo. Era mejor ganar por vivo y macho que por mejor, lo cual llevó a un descuido por la evolución técnica y táctica, ya que no eran imprescindibles para ganar (con graves consecuencias futuras que estamos padeciendo). (…)
Siguiendo con este apasionante tema del lugar del fútbol y del deporte en escala de valores, nos apoyamos en muy interesantes declaraciones de Menotti (El fútbol y yo) quien afirmaba que los estilo futbolístico deben reflejar los espíritus de los pueblos, ahogando así por un rútbol ofensivo para Argentina y para Brasil, entre otras observaciones. (…)
Pero en el caso uruguayo, nuestra historia (lo ha hecho notar Eduardo Gutiérrez Cortinas y yo le he avalado) ha sido una historia defensiva, la de una minoría que se bate contra poderes más modernos y numerosos. El virreinato de sede bonaerense, las invasiones inglesas, los españoles, los portugueses, los brasileños, etc. No es extraño que el juego uruguayo se haya caracterizado desde los años 30 por el abroquelamiento defensivo y el contraataque (‘dominio argentino, gol uruguayo’ era un dicho de la época, muchas veces confirmado en el futuro, aunque no siempre, es cierto).
La historia cultural también fue responsable parcial de la particular característica que forjó las primeras conquistas olímpicas y mundiales: la combinación feliz que el fútbol uruguayo logró en la década del 20 entre el estilo directo y agresivo de pases largos inglés y la elaborada concertación de pases cortos escocesa, cuya combinación produjo los sorpresivos cambios de ritmo ofensivos característicos de los primeros triunfos internacionales celestes. (…)
La épica popular se encarna en el deporte en el Uruguay de modo desmedido por esa necesidad psicosocial de autoestima individual, grupal y nacional hiperconcentrada en el fútbol como ámbito tradicional de destaque.’
El futbol uruguayo se caracteriza por la garra, se nota ya de por sí lasPrácticas de algunos equipos, son muy buenas.
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